viernes, 20 de mayo de 2016

Manipulación mediática y desinformación

Pascual Serrano en su libro "Desinformación. Como los medios ocultan el mundo" afirma y refelxiona acerca de “la incompatibilidad entre el mercado laboral de los medios de comunicación privados y el rigor en sus contenidos”. Esta es una afirmación completamente cierta, los autores de los materiales aunque ven como su trabajo es modificado en beneficio de lo que quiera hacer creer el periódico, revista o el propio periodista, deben aceptarlo y callar si quieren continuar teniendo trabajo y seguir pudiendo asumir sus gastos. 

Esta es una práctica que únicamente beneficia a quienes lo publican, porque podría decirse que los autores de los materiales únicamente aceptan por un hecho de supervivencia, pero no es un plato de gusto para nadie que modifiquen su trabajo, y por supuesto para la sociedad supone un engaño y una desinformación. 

 El hecho de que la información hoy se presente descontextualizada, simplificada, basada fundamentalmente en imágenes, y en ser testigo ocular de una parte de la realidad y no intérprete de la misma tiene como consecuencia una desinformación total. Para que la sociedad esté plenamente informada de forma neutra y objetiva, las informaciones que se proporcionen deben ser completas y no diezmadas, deben apoyarse en imágenes, pero no sustentarse únicamente en las mismas, puesto que una imagen solo recoge una parte muy concreta de la situación, y por lo tanto debe ir acompañada de una descripción completa objetiva para que el lector pueda forjar su propia opinión del asunto en cuestión y no una opinión auto impuesta por el medio que pretende que crea lo que a ellos les interesa vender. El lector necesita datos, contextualización para entender toda la información, sin ello y sin todo lo anterior la sociedad nunca estará debidamente informada. 

 Los periodistas no tienen interés en la veracidad de la fuente, si esta es oficial. Si el periódico o periodista comparte la ideología del gobierno del momento se asume y se transmite, sin necesidad de contrastarla. Todo ello podríamos hablar de manera implícita de manipulación y por supuesto de desinformación, de manera absolutamente intencionada y que se repite a lo largo del tiempo. 

El lenguaje en los medios de comunicación es un arma de doble filo, que pretende meterse a su audiencia en el bolsillo con un lenguaje que parezca una cosa mientras es otra distinta. Lo que la sociedad percibe como un lenguaje claro, denotando una opinión neutra y objetiva es solo una cortina de humo, un engaño porque en realidad es todo lo contrario. Es un lenguaje cuidado para que la sociedad lo perciba de la forma que a ella le gustaría recibir ese mensaje pero que en realidad se entrega de la forma que a los medios más les interese y les convenga, todo ello disfrazado de información. 

 Hay un interés económico detrás de los medios y empresas y gobiernos controlan la información en base a sus intereses. La publicidad es determinante para la información, los anunciantes son los que influyen en la prosperidad y supervivencia de los medios. Las entidades que tienen intereses en dar a conocer la información que ellos les convienen son las fuentes de los medios de comunicación. Y las élites gubernamentales y económicas proporcionan comentarios negativos para acallar cualquier información que pueda ir en contra de sus intereses. 

 Como conclusión, los medios de comunicación juegan un papel vicario, no plasman una información objetiva (en su mayoría), ni siquiera propia en muchos casos, si no que obedecen a gobiernos o empresas que están por detrás, y por lo tanto únicamente actúan como sustitutos proporcionando la información que les interesa y haciéndolas propias.

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